Por:
Edward Álvarez
Estudiante,
1ro BGU
11 de
abril de 2004,
porque
el tiempo es corto,
porque el tiempo pasa tan rápido,
y pensar que ya son 20 años
desde que te fuiste.
20 años de pensar que desde aquel
fatídico día en nuestra familia
no hemos vuelto a estar vestidos de negro.
20
años han pasado desde tu partida,
y en cada reunión,
tus
historias nos acompañan
y tu
nombre sigue presente,
aunque ya han pasado varios años.
A tus hijos todavía les caen lágrimas al
recordarte,
y les regresa el mismo dolor de aquel día.
Recuerdan tus bromas,
tus sufrimientos
tus alegrías,
y tus
dolores.
Nosotros,
tus nietos,
todavía
sufrimos
con llantos y lágrimas silenciosas
al recordar aquellas bromas
y
aquellas veces que nos ayudaste.
Pensar que ya son 20 años,
pensar que la vida se acaba,
que el tiempo es corto,
los
recuerdos se desvanecen,
el
tiempo se acaba,
el tiempo
juega
en
contra nuestro.
Ya son
20 años
de no
ver a aquella sombra,
aquel
dolor de vestirnos de negro,
de ver un cuerpo frío,
una
piel blanca,
un dolor inexplicable.
Aún pensamos en qué sería de la familia
si estuvieras aquí.
El tiempo es corto,
el
tiempo es un enemigo.
Pensar que, si estuvieras aquí,
nos
ayudarías en aquellas penumbras,
en aquellos miedos,
en
aquellos obstáculos
Yo,
por otro lado,
te extraño.
Pienso que solo tengo recuerdos
de las
historias que me contaron.
Pienso
que no pude nacer 5 años antes,
pensar que no te conocí,
pensar que aquella maldita enfermedad
te
arrebató la vida.
Pero
pienso que tu ejemplo
sigue
presente,
pienso que te dieron tan solo meses
de
vida y tú les cerraste la boca
y
duraste más tiempo.
Pasaron
4 años,
nos brindaste de tu presencia
hasta
aquel fatídico día.
Un día que pensamos que seríamos felices,
un Domingo de Ramos,
pensar
que el agua bendita,
los ramos, las velas,
pensar que cuando salimos de la iglesia,
llegó aquella llamada,
una llamada que tan solo de pensar,
el dolor regresa.
"Madre, acaba de morir".
4 palabras llenas de dolor,
porque te fuiste,
porque no me pudiste esperar 5 años,
porque
no tengo una foto contigo.
Pienso
que soy el último nieto,
pienso
que soy el único que no te conocí,
porque
porque te fuiste.
Al llegar a la casa,
entrar
a tu cuarto,
ver tu cuerpo frío,
tus
ojos cerrados,
tu dolor desapareció.
Te
juntaste con los que nos dejaron en el camino,
te
juntaste con tu esposo,
con
tus padres.
Nos
dejaste 12 hijos vestidos de negro,
muchos
nietos vestidos de negro.
Nos
dejaste solo tu recuerdo,
tus
enseñanzas,
tus
pensamientos.
Nos dejaste un motivo por el cual salir de la
oscuridad,
un motivo para seguir luchando
y no
dejarnos vencer,
y siempre
desafiar el destino.
Tan
solo pensar en los domingos
que
acudo a tu tumba,
el ver a tus hijos que les brota lágrimas,
sentir
lágrimas brotar de mis ojos.
Ahora, aquella enfermedad nos vuelve a atacar,
aquella
enfermedad que nos dejó sin tu presencia.
Ahora, solo nos dan meses de vida,
ahora no existe escapatoria.
Ahora,
solo me queda esperar aquel final triste,
ahora
solo me queda esperar
en una
cama de hospital.
Solo me queda esperar,
y nos volveremos a encontrar.