Por: Dayanna Santos
Estudiante, 10mo EGB ¨B¨
La maté, ya no está aquí. Mis manos están cubiertas de
sangre. Lo poco que alcanzo a ver es eso, sangre en el piso que me llena de
alegría, al igual que de angustia. La maté, está muerta, pero miles de
preguntas nacen en mi cabeza: ¿Me encerrarán? ¿Soy culpable de todo esto? ¿O
tendrán piedad de mi estado mental? Sin embargo, logré mi objetivo, ¡LA MATÉ!
¿Qué más puedo pedir? Logré acabar con su sufrimiento. La maté, la infernal
brisa se lleva su alma mientras sus ojos se van cerrando lentamente, su cuerpo
empieza a enfriarse, su rostro empieza a desdibujar una expresión de dolor y
tristeza. La maté, pero hay una pregunta ¿por qué lo hice? El arrepentimiento
carcome mi ser, aun así, no hay vuelta atrás. La maté, aunque no quise hacerlo,
se ve débil, sin alma, sin color, sin amor, necesita de mí, no supe bien qué
hacer para ayudarla. Morí, pero ¿quién se preocupó por eso? Morí, morí sin
saber qué es estar bien. Morí, pero al ver mi sangre en mis manos me inundó la
desesperación de vivir. Morí, a pesar de que hubiera querido esforzarme para
ser mejor, esforzarme para no morir. Morí, si bien no lo deseaba, pensar en
dejar atrás todo, buscar la salida más fácil era la única opción que me
alentaba. Morí deseando sobrevivir, a pesar de que me invadiera el miedo de que
me tacharan de loca. A todo esto: ¿morí?
Es triste saber que los pensamientos negativos nos matan día a día.
ResponderEliminarMe gustó y me impresionó bastante el texto por qué me dejó pensando si en vrd es así como nos sentamos!?
ResponderEliminarMe parece excelente, tiene una estructura acorde a pensamientos extensos y profundos.
ResponderEliminarAngelica Lituma
Datana Una Narración dramática con una reflexión de la dualidad del acto. El camino fácil no es la mejor opción. Mantiene al lector atento hasta el final
ResponderEliminar