Por:
Karol Peralta
Estudiante,
3ro BGU
Por
más que buscaba las llaves no encontraba,
y así mil
cartas con la mirada te daba.
Tus
silencios eran eternos,
y yo,
como una brújula rota,
buscaba
conectar con tus palabras.
Cada
vez que mirabas hacia la esquina,
me
escondía; no soportaba descubrir
que tú
también me veías.
Mis
ilusiones se alentaban,
y como
una mecha, se encendían.
Cada
día imaginaba cómo, por ti, procuraría
vigilarte
todos los días.
Y aun
en las peores avenidas,
tú,
símbolo de mi manto, mi sombra y mi guía,
siempre
serías.
Poco
esperabas
que en
un internado me encerrarían,
porque
hombres como tú ya no existían.
Y por
ti,
mi
corazón insensato y terco
seguía
escribiendo sin tinta,
pero
si con heridas.

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