Por: Edward Álvarez
Miembro club de periodismo ¨El Observatorio¨ y
estudiante 2do BGU
Hace poco volví a escuchar tu voz,
hace poco volví a ver tu foto.
Ayer abrí mi armario y encontré aquel regalo que jamás
pude darte.
Dentro de poco
volveré a pisar Tierra Santa,
la tan aclamada,
donde todos dormimos por la eternidad.
Muchos iremos
allá y jamás volveremos.
¿Por qué valoramos a la gente cuando muere?
¿Por qué es tan triste la muerte?
Abrí mi armario y recordé todo,
miré tu foto y
recordé cuánto te extraño.
Aunque el
tiempo pasa,
aunque el tiempo parece que avanza,
aún te tengo
presente.
Es tan triste saber que la muerte llega
cuando uno menos se lo espera.
Es tan triste, pero a la vez es algo hermoso,
porque ahí,
en ese pequeño
momento,
nos damos cuenta de cuánto en verdad queremos a
alguien.
Dentro de poco
llega la fecha
en la que pisaré Tierra Santa,
la tan
aclamada, donde todos duermen por la eternidad.
Hace un año recuerdo haber ido contigo.
En la noche
vimos los restos,
las lápidas,
las velas, las flores,
el cariño y la tristeza y la melancolía
de las
personas.
Hace un año fui a visitar tres lápidas,
hoy me tocará visitar cuatro,
porque tú ya no estás conmigo,
ya no estás
para abrazarme.
No quiero
llorar, tampoco lo haré,
porque sé que no quisieras verme hacerlo.
Te extraño
tanto,
extraño que cada vez que iba a ese pueblo sabía que te
iba a encontrar.
Hace poco regresé,
recorrí el parque, el mercado, la iglesia,
tu casa y la encontré vacía.
Encontré solo
polvo y un recuerdo latente en mi mente.
Prometí regresar, te lo prometí, prometí que
regresaría
y que
caminaríamos de nuevo,
pero no lo cumplí.
Llegué
demasiado tarde,
tu corazón dejó
de latir
y con él la
poca felicidad que me quedaba.
Te extraño, pero no voy a llorar,
ya no puedo
llorar.
En mi brazo
yace una rosa con mi segundo apellido
y con cada hoja
que representa a mi familia,
en cada hoja el
recuerdo de los que he perdido,
el recuerdo de
los que me quedan,
el recuerdo de los que vendrán.
El Día de Muertos no solo significa ir a ver,
ir a recordar,
también es recordar el tan ansiado sentimiento
de valorar a
los que nos quedan,
el tiempo que
nos queda
y todo lo que nos queda por vivir.
El tiempo pasa demasiado rápido
como para sufrir por amor, por odio o por tristeza.
Debemos
aprender a valorar a los que nos quedan,
porque no sabemos
cuándo llegará
la hora de vestirnos de negro,
de llevar rosas
y de llorar ante un ataúd
donde tan solo
yace un cuerpo frío
junto a
recuerdos valiosos.

No hay comentarios:
Publicar un comentario