Por: Emily
Galarza
Estudiante,
7mo ¨A¨
Estar
cerca del final de séptimo grado marca el cierre de una etapa importante en la
vida de cualquier estudiante. Es un momento lleno de emociones, donde se
mezclan la emoción de avanzar, la nostalgia por lo que se deja atrás y la
incertidumbre por lo que vendrá. Pasar a octavo no es solo un cambio de grado;
es un paso más en el camino hacia la adolescencia y empezar a madurar y, con
ello, la sensación de que la niñez comienza a quedar atrás con el paso de los
años y aceptar que ya no todo va a ser tan fácil durante octavo grado.
Por un
lado, la emoción de crecer, de sentir que cada día me acerco más a la
independencia y a nuevas experiencias es bastante reconfortante al saber que
nuevas emociones y aventuras me esperan. En octavo grado, las expectativas son
mayores, los profesores exigen más y, muchas veces, también se nos da más
libertad. Sentimos que estamos en una especie de transición, ya no somos los
más pequeños de la secundaria, pero tampoco hemos llegado a la cima. Estamos en
un punto medio, y eso puede ser emocionante o talvez raro al pasar a un grado
tan importante al estar en un punto medio entre la niñez y la madurez.
Pero
junto con esa emoción, llega una sensación de nostalgia. Séptimo grado aún
tenía esa chispa de la niñez, con juegos, momentos de risa con pocas
preocupaciones y una visión más sencilla del mundo y tan solo una pequeña vista
de lo que será ingresar a una nueva etapa. Al pasar a octavo, algunos amigos
pueden empezar a cambiar, o tener que decirles adiós, los intereses
evolucionan, y de pronto nos damos cuenta de que la infancia no es para
siempre. La inocencia empieza a transformarse en madurez, y aunque esto no es
malo, es un sentimiento extraño.
También
está el miedo. ¿Será más difícil? ¿Haré nuevos amigos? ¿Podré con las
responsabilidades? Son preguntas que rondan en mi cabeza al hacer este cambio.
Pero lo cierto es que cada etapa trae consigo sus propios retos y aprendizajes.
Con el tiempo, nos damos cuenta de que adaptarse es parte de crecer y que,
aunque la niñez quede atrás, los recuerdos y las experiencias vividas siempre
nos acompañarán con el pasar de los años.
Al
final, el paso de séptimo a octavo es solo uno de los muchos cambios que
vendrán. Es una oportunidad para descubrir nuevas facetas de nosotros mismos,
para aprender y para seguir creciendo. Dejar de ser una niña o niño no
significa perder la esencia, sino transformarla en algo aún más fuerte y
especial. Es el comienzo de un nuevo capítulo, y depende de cada uno escribirlo
de la mejor manera posible.
Muy lindo el blog
ResponderEliminarMuy bonito
ResponderEliminarEmileishon por siempre
ResponderEliminarEmii muy bien 🩷💓
ResponderEliminarTodos tendremos en nuestro corazón
ResponderEliminarSiempre te apoyaremos
ResponderEliminar💓💓💞💞💕💞💓💓💘💝💝💖💗💗🩷💓💞💓💗💖💝💘💖💗💓💞💕💞💓💝💗💞🩷💕💞💓💗💝💘💗💓💞💕🩷💞💗💝♥️💖💞💝💘💖💓
ResponderEliminarMuy lindo emileishon
ResponderEliminarEmily crecer, pasar de niña a adolescente es un periodo de grandes cambios y desafíos como cambios físicos y emocionales. Lo importante es que tienes el apoyo de tus padres, familiares, amigos y maestros para navegar esos cambios de manera saludable y positiva un abrazo
ResponderEliminarMuy bien emi💗
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