Por: Edward Álvarez
Estudiante, 1ro BGU
Odio, orgullo, tristeza, egoísmo,
son cosas que describen a muchos
humanos.
Es triste observar la catedral desde una
colina.
Observar una ciudad que cae en el odio,
que cae en la tristeza,
con tanta gente egoísta que no piensa en su
entorno.
Una ciudad detenida en el tiempo,
sus calles llenas de historia,
siguen llenas de tristeza.
Cuenca es una ciudad hermosa.
Aún con nuevas luces que embellecen
nuestra ciudad,
haciéndola ver tan hermosa.
La catedral con sus cúpulas
que en Corpus se llenan de colores,
al igual que aquellas flores que
reposan a su lado,
al igual que el Señor de la Justicia.
Reyna hermosa de fuentes y flores.
Aún con todo eso, sigue siendo presa de la
misma oscuridad
que cuando fue creada, por tanta
corrupción
y tanto odio. En el silencio de la
madrugada
todavía se pueden escuchar los ecos
de varios fantasmas que rondan
estas calles.
Son aquellos fantasmas que un día vivieron,
que un día sufrieron, amaron y murieron.
Cada día, al despertar y verte admirando la catedral,
gracias madre mía, madre del Carmen,
que desde tu montaña ves a Cuenca,
que ves el egoísmo de los cuencanos y las
extorsiones que vivimos.
En tu gruta, donde se ponen velas para pedirte
milagros y agradecértelos.
En esta vela pido que la gente de Cuenca deje
de ser egoísta
y nos saque de esa oscuridad en la que
vivimos,
que en la noche dejen de aullar aquellos lobos
que anuncian la muerte y la traición.
Jeaneth Leon
ResponderEliminarEdward tu poema me recuerda a una frase de Martín Luther King “ la obscuridad no puede expulsar a la oscuridad: solo la luz puede hacerlo. El odio no puede expulsar al odio: solo el amor puede hacerlo”. Así que nos que como cuencanos contribuyamos con luz y amor
ResponderEliminarme encanto como le avían echo esta muy bonita
ResponderEliminarMatías Merchán me encantó el poema
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