Por:
María Paz Uguña
Estudiante,
1ro BGU
No
es algo atípico extrañar, pero su corazón nunca se había recuperado de tal
acontecimiento, realmente no era culpa de nadie, aunque solo el karma vestido
de muerte hizo su trabajo, hablaban con fervor los ancianos incrédulos; sin
embargo, su mente solo se enfocó en la melancolía no pudiendo remendar el
pasado. Intentó expulsar todo ese remordimiento que cargaba, ni aunque vomitara
su amargura convertida en alcohol esta desaparecía, sus clisos que fueron el
supremo crepúsculo en vida solo mostraban un brillo opaco causado por las
lágrimas de años; nunca sonrió en vida, pero su quebranto era incuestionable
cuando empezó a existir, su sentido desapareció cuando la gente ya no recordaba
el nombre de su exangüe amor, estuvo recostado por años en el mismo lugar, lo
único que cambio fue la naturaleza apoderándose de él, sin darse cuenta había
muerto, pero aún estaba vivo, pese a eso espero por siglos.
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