Por: Danna Bermeo Torres
Estudiante, 10mo EGB
Aquella noche, con una luna tan tenue llena
de lágrimas y dolor, éramos solo mi osito de felpa y yo, inquebrantables
llantos, gemidos de dolor, pero ¿por qué papá está dormido en una caja de
madera? ¿por qué mi tía que tanto hablaba mal de él ahora llora y sufre por
aquel al que lastimó tanto? Mamá no me explica nada, no entiendo en dónde
estoy, solo veo sufrimiento, y no me uno a ese dolor generalizado porque sé que
es hipócrita y tal vez puedo tener ocho años, sin embargo: ¿puedes querer a
alguien y robarle su dinero al mismo tiempo?
Veo a esa señora regordeta que atendía en
nuestra lavandería en la esquina de este horrible lugar, ella estaba llorando y
gritando y recuerdo como la misma hace dos semanas le robó dinero y me obligó a
callarme o sino ¨vendrían los matones¨, así los llamaba a los amigos de mi
papá, eran tipos altos y robustos que me atemorizaban. Siempre que llegaba con
ellos papá se ponía mal y me obligaba a esconderme, decía que a ellos no les gustaba
los niños, a reojo miraba como sacaban pistolas y apuntaban a mi papá, le
sacaban todo el dinero de los bolsillos y le daban más de esos ¨polvos para dormir¨
que mi papá vendía para pagarme la escuela. Nunca entendí como lograba pagarla
si siempre le quitaban todo el dinero que tenía, igual no me importaba si no me
pagaba el colegio, pues no quería ir a esa miseria, nadie se acercaba a mí,
decían que mi papá les iba a robar, sus mamás murmuraban y lo llamaban ¨el
marihuanero¨. Para ser ciertos no me importaban sus palabras, yo amaba mucho a
mi papá, lo recuerdo tan joven, tan esperanzador, tan alegre, con tantas ganas
de vivir y sacarnos adelante. Ahora solo puedo ver lo maravilloso que es en una
caja, me entristece tanto que no pueda ver como la tía Elena llora por él,
extrañaré burlarnos de ella, los dos juntos como siempre lo fuimos. Me aproximé
a mis tíos, estaban murmurando preocupados, únicamente logre escuchar: -le
sacaban toda la plata, la empezó a esconder para que tenga algo al fin de mes y
le descubrieron en el acto ñaño, ahora míralo: miserable en una caja, tanto que
luchó por la Antoñita, tan chiquita que la dejó a la guagua-.
No podía creerlo aquellos asquerosos que
repudiaba y me atemorizaban tanto, aquellos que le quitaban lo único que tenía,
lo habían matado, me habían quitado lo único que yo tenía, mi papá está muerto…
Al final de su historia de qué sirvió dar la vida por mí si yo lo necesitaba
vivo. Me acerqué a él y me dejé llevar por todo el dolor que tenía a mi
alrededor, este me consumía viva, entonces lo vi, su caja estaba en tan mal
estado que tenía un vidrio roto alado, lo agarré, masajeé mis dedos contra
este, con un movimiento rápido lo dirija a mi cuello y… me lo clavé, seguía
escuchando gritos y gemidos pero ya no eran de dolor, eran de terror, no me
importaba nadie ya no tenía a alguien que me quisiera aquí, es lo mejor que
hecho y he sentido en mi corta vida, cerré los ojos y vi la luz, esa luz era él,
tan perfecto y amoroso como la última vez que lo vi, corrí a abrazarlo y por
fin me sentía en paz, el dolor se había ido, ahora solo me quedaba disfrutar y
vivir en calma sin dolor ni hipocresías… solo con el amor puro y verdadero de
mi padre.
Fin
Este relato muestra la valentía y determinación de la protagonista para encontrar paz en medio de la adversidad. Es un testimonio inspirador de resiliencia y esperanza.
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