Por:
María José Uguña Andrade
Estudiante,
primero BGU
Queriendo una vida de respeto y de
amor, en busca de una ilusión, marcha en aras de ese deseo que no se entiende
cómo se debe realizar. Eso pensaba una persona de la cual no recuerdo su
nombre, para ser sincera no entendía ni lo que pensaba en aquellos momentos
cuando se quedaba en blanco. Una
persona vanidosa que le encantaba llevar un espejo a todos lados, presumiendo
su belleza, esa persona que, en una situación de miedo, cae en desesperación y
ya no encuentra un propósito. Lamentablemente, esa es la persona que recuerdo,
ya que ahora solo aparece en memorias raras o en una situación melancólica la
cual solo queda como memoria.
Triste la memoria de aquellos días
donde celebra prosperidad y éxito, esos son anhelos que no volverán. Tristemente
nada es para siempre, ya que todo viene prestado, nada se tiene para la
eternidad, pero eso no conlleva a la mediocridad, ya que un mundo con belleza
no se refiere a un solo punto.
Fluidez de pensamiento plasmado en palabras, mensaje claro y motivador para el lector. Excelente!
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