Por:
Adriana Carchi
Miembro
club de periodismo ¨El Observatorio¨ y estudiante 2do BGU
Quizás
algún día me pregunte de aquel ático humedecido y con sus paredes desgarradas
de su vejez de años o quizás meses. Cada día bajaba al ático a ver la pura
realidad de haberme encontrado con un hombre viejo, su piel arrugada y
desgastada. Las noches eran horrorosas y espantosas, casi que ni podía dormir,
tan solo pensar en mi temor y sobre las cosas destinadas a vivir, nunca me
imaginaba, peor aún vivir en soledad profunda con palabras silenciadas a una
vida destinada de abismos donde ya nada es lo mismo, donde solo los recuerdos
son los que prevalecerán desde un inicio al final; exclamó el viejo desde su
ático oscurecido.

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