Por: Andrea Córdova
Estudiante 1ro BGU
En los últimos tiempos los
avances en la Inteligencia Artificial, son más notables que nunca, aunque bien
es cierto que son herramientas indispensables tanto para nuestro desarrollo
personal como social, cambiando rotundamente la manera en que trabajamos, nos
comunicamos e incluso de la manera que pensamos.
Todo esto ha sido y seguirá
siendo un beneficio indiscutible y sin igual. Sin embargo, al analizar nuestra
situación actual daremos con la conclusión que la tecnología ha comenzado a
cruzar límites que deberían hacernos reflexionar.
Lo que en un principio fue
creado como una herramienta que nos permita ampliar nuestras capacidades y
habilidades está avanzando a tal rapidez que reemplazan las nuestras como el
razonamiento, pensamiento crítico, creatividad y la capacidad de tomar decisiones
autónomas, siendo todas estas facultades innatas que nos han permitido
sobrevivir como especie, amenazando contra nuestra integridad. Como
consecuencia generamos una dependencia degenerativa a la IA. Permitiendo que
una máquina controle nuestro pensamiento reduciendo notablemente nuestra
capacidad de cuestionar, indagar y razonar. Además, la ética y la regulación de
estos avances van muy por detrás de la velocidad con que se desarrollan.
Este dilema tan profundo nos
deja plantear estas preguntas: ¿Hasta qué punto debemos permitir que una
máquina ¨piense¨ por nosotros? ¿Estamos dispuestos a dejar que la ¨eficiencia¨
de las máquinas sustituyan nuestras capacidades únicas e inigualables?
Debemos apoyar el desarrollo
de una Inteligencia Artificial que complemente nuestras habilidades, potencie
nuestro pensamiento crítico y no lo reemplace.
Tomemos conciencia, es urgente
establecer límites claros, debido a que, sin ellos, perderíamos completamente nuestra
esencia humana.

No hay comentarios:
Publicar un comentario