Por:
Edward Álvarez
Reportero
Club de periodismo ¨El Observatorio¨
Siempre
he pensado que algunas almas
estamos destinadas a arder entre el fuego,
pues
otros están destinados a gobernar
y a
silenciar a los pueblos.
El
fuego es lo único que nos queda;
entre las llamas,
el
silencio es testigo del llanto
de los silenciados.
Entre
el ardor estamos destinados
a vivir aquellos que callamos
antes de hablar,
pues
nuestras almas son consumidas,
pues
nuestro cuerpo es quemado.
Después
de habernos matado,
nuestros
restos no son entregados;
mientras
nuestras caras salen en papeles,
las
familias lloran,
los
cuerpos desaparecen.
Nuestro
último recuerdo:
unos trajes verdes,
las
armas, una máscara,
unas
personas fuertes, furiosas,
armadas,
amenazantes,
llenas
de poder, listas para matar,
corrompidas
por el poder.
Mientras
unos huían,
otros caían al piso.
Las
balas los impactaron,
otros
murieron,
vi a
mi gente morir,
disparados
en la cabeza,
muertos
por ser inocentes.
Vi a
niños no regresar,
vi a
personas llorar,
vi a
ellos matar
a
aquellos que no tenían la culpa.
Mientras
las lágrimas caían,
mi cuerpo se escondía,
mientras
veía a mi familia morir.
Vi
alejarse a mis hermanas,
pero
al final nos encontramos
entre los llantos.
Nos
tomamos de las manos,
nos
arrodillaron,
las
armas en nuestras cabezas,
las
balas impactaron.
Rogamos
por nuestras vidas,
lo suplicamos…
otra
bala impactó.
La
sangre derramada,
los cuerpos sin vida,
culpables
de gente corrompida por el poder.
Mientras
rogaba por mi vida,
la
última bala impactó.
Nuestros
cuerpos fueron quemados,
fuimos
destinados
a
arder por la eternidad.
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