Por: Jhonny Guamán
Estudiante 3ro BGU
Capitulo
III
Caminó cansado, vio una cabaña
totalmente deshabitada, estaba abandonada, era algo pequeña; decidió investigar
a ver si encontraba algo. Llegó y no había nada, investigó y solo encontró una
cama vieja, pero peor era nada. Cansado de caminar, decidió dormir un
rato.
En sus sueños recordó que un
día antes suicidarse se encontraba en su cuarto en medio de esas cuatro paredes
que cada vez se hacían más y más pequeñas, recordó también que, abrumado,
decidió salir a un parque. Se sentó en un banco, sus manos le temblaban, sacó
un cigarro para disimular, pero no le pasó. Sabía qué tenía que hacer, pero no
quería, sacó un poco de heroína de su bolsillo, no recordaba cuando se empezó a
drogar, solo recordaba que un día lo hizo, pero no se drogaba para sentir
felicidad o satisfacción, sino que la droga se llevaba la soledad, pues cuando
él estaba solo, su propia mente la envenenaba, se intentó alejar de las drogas,
aunque entre más consumía, mejor se sentía… En un mundo de blanco y negro, no
hay nada que ver.
Se despertó, pero ya no estaba
en esa cama, estaba botado cual perro en el desierto y a lo lejos seguía esa
estatua maldita que lo seguía, pero esta vez la estatua estaba de pie con un
velo negro, con las manos tapándose la cara. En un ataque de ira la destruyó,
pensando que al romperla le iba a dejar de perseguir. Ya con más claridad vio
un bosque, se sorprendió cómo un bosque estaba en un desierto. Cuando se
acercó, vio que los árboles no estaban hechos de madera… ¡era carne seca con
venas que se veían como circulaba la sangre!
Asqueado vio que en sus ramas no había frutos, sino corazones que
palpitaban. Vomitó totalmente asqueado y de la nada se escucharon voces que lo
invitaban a comer de su fruto, sin pensarlo corrió y corrió.
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