Por:
Mateo Sebastián Silva-Buestán
-
Aleja, ¿te lo cambiaste?
-
Sí, ¿no te acordarías que hoy toca?
- ¿Y
ahora? Yo no, es que este es el único que tengo que no está roto. La señorita
me va a dar con la regla grandota que tiene.
-
Calla, calla que ya viene.
-
Aleja, ayúdame, es que tampoco traje los cuadernos del deber.
-
¡Tonta vos también!
-
Aleja, ayúdame, por favor. Desde que mi mamá le dijo que me pegue no más cuando
sea de darme, no ha habido día que la señorita no me casque como a mula.
- ¡Shhh!
-
Acuérdate la otra vez cuando me metió cinco cocachos por no saberme la tabla
del seis.
-
Baja la voz, habla suave.
- Aleja,
me sigue doliendo la cabeza. Sonó durísimo, como que se me rompía algo adentro.
- Ya
ya. La última vez.
-
Gracias, Aleja.
La Aleja, mientras esperaba su turno, soltó, adrede y disimuladamente, sus orines.
Ahí, parada junto a su pupitre, sentía empapada su media-pantalón y salpicados
sus relucientes, lustrados, embetunados zapatos negros del diario. La señorita
llegó a su puesto, ella temblaba. La sujetó por la cintura, le abrió y estiró
la falda a fin de cerciorarse que había cambiado su ropa interior, rutina que era usanza en sus clases a fin de mantener el dizque orden y limpieza en el grado. En efecto, el
color era otro, pero rápidamente la maestra notó la hedionda y amarilla orina
diluida por toda la imberbe pelvis, las piernas, la tela, las medias, los
zapatos, el suelo de fría baldosa.
¨So puerca esta, así...¨, fue lo único que se alcanzó a escuchar, porque la dulce
voz de la señorita se inmutó ante los sendos chirlazos, las incontables
patadas, jaladas de cabello, aruñadas que le propinó a la mártir infante.
Mientras la arrastraba por los hombros hacia la puerta del aula para
seguramente ir a meterla en agua helada, Aleja buscó con la mirada a su amiga,
sus ojos se hallaron. Ella, la amiga, la que pidió el favor, llorisqueaba en silencio,
su mirada expresaba tristeza y culpa infinita, pero Aleja… Aleja le hizo una
graciosa mueca y luego sonrió.
- Gracias,
Aleja - murmuró, a la par que profesora y estudiante desaparecían del salón de
clases.
No hay comentarios:
Publicar un comentario