Por: Doménica Palomeque
Abanderada Pabellón Nacional
Buenos días estimadas autoridades presentes, compañeros, compañeras, docentes, padres, madres de familia y representantes.
Previo a iniciar estas breves líneas, me gustaría, en primer lugar, agradecer a Dios por todas las oportunidades que ha puesto en mi camino, así de estar aquí. Agradezco al Creador por ponerme a personas tan maravillosas en mi vida que me ayudaron en este recorrido y por todas sus bendiciones que me han brindado para que pueda ser una mejor persona cada día.
Hoy, jueves 26 de septiembre de 2024, es un día muy importante para mí, pues tengo el honor de alzar, con mucho orgullo, nuestra bandera nacional, dicha que me hace sumamente feliz. Esta inefable sensación no solo se limita al fervor por recibir esta distinción, sino también al reflejo de todo lo que me ha llevado hasta aquí y ahora.
Mi trayectoria estudiantil ha estado llena de sendas dificultades, logros, tristezas y, sobre todo, perseverancia. Recuerdo con anhelo mis primeros días en el jardín; mañanas llenas de miedos, curiosidades y sueños. Pero en esos días, como en todos, siempre he contado con dos pilares fundamentales que no dejaron, dejan, ni dejarán que el miedo y los nervios me carcoman; claro, estoy hablando de mis padres. Ellos, mi fuente de inspiración, quienes me han apoyado en cada alba y ocaso. Les agradezco infinitamente cada una de sus lecciones de vida que me han convertido en lo que soy. Eterna reciprocidad siento porque ustedes supieron y saben creer en mí cuando ni yo misma lo hago. Sempiternas gracias por estar conmigo en los momentos malos, buenos, mejores y peores. Simplemente no me cabe un ¨gracias¨ tan amplio como el abrazo eterno que se merecen. Papá, mamá, todo su sacrificio, desvelos y esfuerzos no han sido vanos y hoy deseo que engalanen su corazón junto al mío por esta alegría familiar.
¡Ah, y pensar que ha pasado más de una década! Mi primera profesora: Miriam, quien me enseñó que la educación es algo más que números y letras, que es conocer al Mundo de diversas formas y maneras creativas. Mis maestros me han sabido guiar con dedicación y excelsa pasión, con paciencia y con sus lecciones jamás me permitieron rendirme; por el contrario, me alentaron a que dé lo máximo, enseñándome a no conformarme con menos. Ustedes profesores, además de transmitirme conocimientos, también han fundado valores que marcaron, para siempre, cada momento de mi vida. A mi lado traigo siempre una enseñanza de cada uno de los docentes con quienes he tenido la suerte de compartir aula por tantos años, como con mi profesor Lenin Lituma. Cada consejo, cada palabra de aliento me han moldeado para bien. Hoy, este logro, es también el suyo, porque sin su paciencia y sin su compromiso educativo, no estaría aquí.
A mis compañeros y compañeras de todo este tiempo, con quienes he compartido tantas experiencias buenas y malas, al fin y al cabo, experiencias. Tantas alegrías y risas, a esas amistades que han pasado por mi vida y me han dejado varias enseñanzas que me han ayudado a llegar hasta aquí. Compañeros, compañeras: este honor no es solo mío, sino de todos los que me han apoyado y acompañado en este culebrero derrotero.
Quiero también expresar mi profundo agradecimiento a esta institución educativa, que ha sido mi segundo hogar durante algo así como trece años. Este lugar es ideal para adquirir conocimientos, pero también un entorno digno para crecer como persona. Todo lo que he aprendido aquí me acompañará siempre y es un honor poder representar a la Unidad Educativa ¨Juan Pablo II¨ al portar el pabellón nacional.
Mi bandera, mi bandera, que hoy ondea con bríos, es símbolo de lucha, de historia, de identidad y también de esperanza por todos aquellos que no se rindieron en la batalla. El tricolor nos invita a seguir adelante, a no bajar los brazos ante las adversidades y a ser siempre ejemplo de integridad y valentía. Hoy más que nunca reafirmo mi compromiso de seguir esforzándome, de ser una estudiante, una ciudadana y una persona que siempre busca lo mejor para su comunidad y su país. Jóvenes, recordemos que nosotros somos los que podemos construir otro Ecuador, lleno de buenas acciones y oportunidades, que tanta falta nos hace.
Gracias Ecuador por darnos un legado tan valioso. Que cada uno de nosotros honre este pabellón no solo con palabras, sino con hechos, con responsabilidad y con amor a nuestra Tierra. A mi familia, a mis maestros y a mis amigos por ser parte de mi recorrido: siempre gracias. Prometo, con los símbolos patrios como testigos, seguir esforzándome para estar a la altura de esta solemne presea y de todo lo que significa.