MSSB
La extensión de este
texto ha sido pensada en aras de brindar un brevísimo resumen sobre la
fundación de esta ciudad Patrimonio Cultural de la Humanidad. Hace ya 467 años
que el Capitán andaluz Gil Ramírez Dávalos, Gobernador, en ese entonces, de
varias ciudades del actual Ecuador, desenfundó su espada y la clavó en
territorio Cañari, proclamando así la fundación de Santa Ana de los Ríos de
Cuenca. Dicho acto se llevó a cabo un 12 de Abril de 1557 bajo encargo del
Marqués de Cañete y Virrey del Perú Andrés Hurtado de Mendoza. Una vez que
Cuenca fue consagrada al Soberano Rey de España, la primera orden de Ramírez
Dávalos fue levantar una picota o rollo en la plaza pública. Al parecer existe
una estrecha relación entre el nacimiento de una persona y la de una ciudad:
ambas vienen al mundo ensangrentadas.
La siempre ambigua
historia cuenta también que los principales señores y caciques de la región aceptaron
y agradecieron que se funde en el Valle de Paucarbamba, provincia del
Tomebamba, la ciudad de Cuenca. Ante todo, dos gaviotas no hacen verano. Y las
múltiples consecuencias de esta neoconquista no tardarían en presentarse
para el pueblo aborigen que aún resistía en esta mítica tierra. Genocidio,
esclavitud, abuso sexual, explotación laboral, sincretismo religioso, entre
otras vergüenzas, venían incluidas en las cláusulas, con letra pequeña
obviamente, del acta de fundación. Acciones de lesa humanidad que cesarían
incluso después de la transferencia de poder de españoles a criollos, también
conocido como proceso independentista.
No hay más ciego que el
que no quiere ver. Si bien es cierto, el totalitarismo y la opresión no empezaron con el desembarque español en América. Aquí, y en casi todo el ¨nuevo mundo¨,
tenían lugar varias guerras entre imperios. Antes de ser Cuenca, fue Tomebamba
(Cultura Inca) y antes Guapondelig (Cultura Cañari). Tristemente, tanto el
origen de pequeñas ciudades así como de grandes metrópolis hallan su raigambre
en un sinnúmero de batallas entre locales y foráneos, entre conquistadores y
conquistados. Se dice que Tomebamba fue destruida y gran parte de sus
habitantes sacrificados a causa de una guerra civil que, además de la traición
de los cañaris hacia una de las partes y los españoles que buscaban pescar en
río revuelto, causaría el fin del Imperio Incaico. Tras tan sangrientos
acontecimientos, nace Cuenca -ya habitada por colonos- como una ciudad de
españoles y para españoles.
Así como el agua corre
por los ríos de Cuenca, por nuestras venas fluye la sangre, las lágrimas, el
dolor, las alegrías y la herencia de cuantos pueblos han habitado esta ¨llanura
tan grande como el cielo¨. Por consiguiente, resulta claro decir ¡Qué viva
Cuenca, Tomebamba, Guapondelig y tantos otros nombres que han quedado en el
olvido! Que viva la Cuenca de los ángeles sin cielo de Dávila Andrade, no la clasista
y mojigata de unos cuantos feudales con supuestos apellidos ¨realísimos¨ traídos
de la corona. Que viva la Cuenca de gente aguerrida y sincera, no la embustera de
ese acento sonsonete, ostentoso y fingido. Que viva la Cuenca cultural y
artística, no la burda y corriente. Que viva la Cuenca libre, no la
conservadora y clericalista. Y que viva la Cuenca de esa profunda belleza
arquitectónica, conscientes, claro está, del verdadero peso y significado de
sus edificaciones.
Interesante
ResponderEliminarInteresante saber que Cuenca antes era conocida con varios nombres más pero como se menciona existen conquistadores y conquistados.
ResponderEliminarEs interesante y bueno saber la historia de nuestra querida Cuenca, y así llenarnos de orgullo del bello lugar en el que vivimos.
ResponderEliminarQue viva Cuenca libre de extremismos y extremistas
ResponderEliminarJóvenes los fenómenos paranormales se considera a aquellos que no pueden explicarse por métodos científicos es una área de la parapsicología. Dentro del folclor local siempre ha habido leyendas sobre este tema
ResponderEliminares interesante saber como era la ciudad de cuenca antes de nuestra generación
ResponderEliminarEs importante saber la tragica historia de nuestra cuidad, para poder estar orgullosos de las pocas costumbres que hemos podido rescatar de los antiguos pueblos que sufrieron por la conquista.
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