El tiempo transcurre como el viento. Contemplemos
hacia atrás, vemos tanto trabajo hecho con pasión convertido en fuerza, que nos
impulsa a seguir adelante y casi sin anunciarse se acerca una estación muy
especial. Suaves, dulces y familiares sonidos se escuchan en el ambiente y de
repente ya estamos tarareando un villancico; sí, esas canciones que aprendimos
desde niños, nos anuncian que ya llega la Navidad.
El villancico tiene su origen en las villas
españolas, de ahí su nombre, es un género muy popular en nuestro medio, tanto
que cantamos bellas melodías que, sin duda, son ya patrimonio artístico
nacional. En nuestro terruño se les conoce como villancicos tradicionales
ecuatorianos, cuencanos. Casi espontáneamente llegan a la pantalla de nuestra
mente, composiciones como: ¨Ya viene el niñito¨, ¨Vamos a buscar donde
nace el Niño¨, ¨Claveles y rosas¨, ¨Zagales a prisa¨, ¨Desde el alto cielo¨
… y muchos otros más.
En esta época llamada ¨Adviento¨, que son las
cuatro semanas de preparación a la venida de Jesucristo, se renueva la
expectativa, la esperanza, la fe de la presencia del Dios con nosotros -Emmanuel-,
el esperado de los tiempos.
Cómo no dejar de sentir alegría en lo más
íntimo del corazón, si el hermoso Niño de Belén, el Hijo obediente de Nazareth
nos trae paz, amor, perdón, libertad, salvación, como lo dice el pasaje
evangélico: «El Espíritu del Señor está
sobre mí, porque me ha consagrado para llevar la buena noticia a los pobres; me
ha enviado a anunciar libertad a los presos y dar vista a los ciegos; a poner
en libertad a los oprimidos; a anunciar el año favorable del Señor.» (Lucas
4,18).
Ante la verdad revelada, es preciso que respondamos
con regocijo: orando, cantando y alabando en todo momento, pero particularmente
en las novenas, veladas, posadas que se organizan a nivel familiar, parroquial,
institucional; que nadie se quede sin manifestar su alborozo y gratitud,
celebrando un año más de la venida del que, siendo rey, nació en un pobre
portal en Belén.
… talvez caminando lo
hallemos dormido en la hera más alta de un montón de trigo, su Madre es María y
ella ha consentido que esta noche todos le mesan al Niño …
¡Que la ternura del pequeño Niño, abrace
nuestros corazones!
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