Por: Karla Alexandra Chicaiza Yuqui
Profesora, quinto EGB ¨B¨
Al buen entendedor: no pocas, sino poquísimas
palabras…
La vida pasa muy rápido, ayer era una niña que
corría por los patios de la escuela, le tenía miedo a la profesora Bertha y me
encantaba salir a jugar en los recreos con mis amigas. Qué fácil era dibujar,
bailar, llorar de la risa, simplemente ser feliz. El tiempo ha pasado, después de la estadía en
el colegio y el abrir y cerrar de ojos de la universidad, talvez soy ahora la
profe Bertha. El tiempo pasa y las fracciones me parecen tan fáciles, las
tablas de multiplicar son lo más sencillo del mundo, nada que ver con la incertidumbre
del trabajo, la vida personal y espiritual. He crecido y parece que todo es
pequeño o corto, como el tiempo de las clases, el fin de semana, la tarde
libre, momentos con la familia y seres queridos, la ropa y, con miedo, hasta el
sueldo. ¡Qué dilema! todo parece pequeño, todo, menos los problemas. ¡En qué
momento la vida cambió!, tanto que ahora se siente como si nos estuviese
correteando, pero no en bellos prados, desde cuando reír requiere un valor
sobrehumano y ser feliz son instantes que pasaron y ahora los añoramos. Los
adultos vienen y van, somos más complicados que el álgebra; en realidad, pienso
que somos niños grandotes, lloramos cuando no tenemos lo que queremos y discutimos
por trivialidades, qué miedo cuando nos reímos de las caídas de otros, también,
hacemos rabietas largas y tendidas, engañamos a nuestros menores y solemos
decir ¨yo no¨ cuando ¨yo sí¨. Es verdad que tenemos el corazón
reconstruido, nos aplican la inyección del ¨gracias¨ y la pastilla del ¨perdón¨,
pero a veces el resentimiento es crónico, a pesar del tratamiento. Ahora, nada
es seguro, a excepción de la muerte ¿Premio o castigo?, entonces ¿por qué la
vida de un niño grandote es tan difícil? Qué rápido es el tiempo, ayer
estábamos sentados en los pupitres y hoy estamos en diferentes escenarios y a
lo mejor no pusimos atención a las clases de la vida, quizá ella no espera
demasiado de nosotros, pero tampoco nada, tal vez el anhelo de la perfección es
el defecto en sí, aun así, tenemos tiempo, tiempo para aprender a ser adultos.
Bien descrito la tarea de crecer y convertirnos en “los grandes”. Felicitaciones profe tiene el don de escribir
ResponderEliminar