jueves, 4 de septiembre de 2025

Conoces la historia de un tipo que se lanza de un edificio de 30 pisos, pues esta es... (I)

 

Por: Jhonny Guamán 

Capítulo I 

Apareció en un desierto de cenizas. Primero se asustó; no sabía qué estaba haciendo en ese lugar. Asustado, se levantó e intentó reconocer el entorno, pero sin fortuna: no supo dónde estaba. 

Caminó por un tiempo y vio que el sol tenía tres rostros. El de la izquierda mostraba una cara feliz, el de la derecha una expresión triste, y el del medio estaba completamente inexpresivo. No le dio mayor importancia. 

Buscó comida. Moría de hambre, pero no podía morir, pues ya estaba muerto. Qué ironía. Tenía sed, pero no sentía sed. 

A lo lejos, vio la silueta de una persona. Aliviado y feliz, corrió hacia ella, pero al acercarse, vio que era una estatua: una figura demacrada, donde se le veían los huesos. Desanimado, lo dejó allí y se alejó. 

Empezaba a asustarse. No sabía dónde estaba ni por qué estaba allí. Se preguntaba si estaba en el cielo, en el infierno o en el limbo. Siguió caminando. 

Después de un tiempo, encontró un campamento con casas que no sabía cómo se mantenían en pie. Se acercó, buscando respuestas. Entre las casas, vio a una persona con un velo negro, caminando y murmurando: “Memento morí”, mientras arrastraba una piedra grande como si fuera un perro. Se alejó a la distancia sin darle importancia, y el hombre se dirigió al campamento. 

Al llegar, vio que todos tenían un velo negro. Pero de entre ellos se destacó un hombre de piel demacrada y mirada totalmente perdida. Llevaba un rosario muy grande, pero lo que más llamaba la atención era que se jalaba el dedo índice y el medio con tanta fuerza que parecía que los iba a arrancar. Se acercó y le preguntó: 

—Disculpe, ¿sabe usted dónde estamos? 

—Pues, ¿acaso no lo ves? Estamos en el infierno. 

—Ah, ya entiendo. Debes ser nuevo. 

—¡Infierno! ¿Cómo qué nuevo? ¿Cuánto lleva usted aquí? 

—No sé, como si importara cuánto llevas. Pero verás, te lo explico simple: el lugar no tiene un fin, es infinito. Puede que te encuentres con almas condenadas. Te recomiendo que, si ves un bosque con árboles inmensos y de color morado, no te acerques. 

—¿Por qué? 

—En algún momento, fueron personas como tú y yo. 

—Entiendo, gracias. 

Se alejó del encapuchado y se preguntaba: 
"Es el infierno, pero no se parece a nada de lo que me han dicho. Que haría un calor infernal, que me atormentarían y que un ángel caído lo gobernaba. No se parece en nada a cómo lo ilustraba la iglesia cristiana." 

Dejó de lado ese pensamiento y se dirigió a una cueva a dormir. 

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