Por: Edward Álvarez
Estudiante,
Primero BGU
Quizás esta vida
ya no es para mí,
el desprecio y
el odio quizás sí,
siento que mi
vida ya se va agotando
que mi tiempo
aquí ya no es necesario,
quizás es mi
culpa
o quizás es solo
mi manera de ser.
Quizás debería
ser más normal,
quizás debería
ser
como todo el
mundo me pide que sea,
quizás solo yo
soy el problema.
Quiero que mi
vida se acabe,
que mi luz se
apague,
que mi piel se
enfríe,
que me pongan en
una cama
donde solo haya
4 tablas,
que cierren la
caja
y quedarme ahí.
En vez de llanto
que haya risas
de alegría, pues
al fin me fui.
Quizás algún
amigo lloré
o no, amigos
nunca tuve.
Solo 5 amigos
tuve.
Soledad,
abandono, tristeza, depresión, críticas,
5 amigos que
nunca me dejaron,
que me enseñaron
lo inútil
que soy,
que nunca sería
aceptado
tan solo por lo
que soy,
tan solo por no
ser normal.
Espero que
pronto mi muerte llegue,
así este mundo
sería más feliz,
así solo así, quizás,
aparenten que me
quieren.
Muchas veces he
llorado,
quizás más de
las que puedo contar,
tan solo por
unas críticas,
por no ser
normal,
al final ser
normal,
es algo que no
soy,
algo por lo que
todos me odian,
porque no puedo
ser como soy,
porque no puedo
ser tan solo yo.
Solo quiero
morir,
así mi presencia
ya no les
incomodaría.
Así quizás ya no
estaría
y ya no les
molestaría.
Morir, así los
comentarios desaparecerían,
quizás los
comentarios más dolorosos
no son los que
escucho, sino
los que dicen
atrás de mis espaldas.
Ya no soporto
ser como soy,
quisiera ser
normal para quizás así ser feliz.
El comentario
más hiriente
son cuatro
letras, cuatro letras que en mi mente están:
RARO, RARO,
RARO.
Cada minuto
pensar que todos piensan
que soy esas
cuatro letras es algo triste,
ojalá la muerte
me abrazara
y no me soltara,
quisiera morir,
desaparecer
y ya no estar
aquí.
Hace mucho que
lo llevo pensando,
quizás debería
desaparecer
y ya no estar
aquí,
así el mundo
será más feliz,
esta noche el
mundo será más feliz,
esta noche la
muerte será mi compañera,
tirarme de un
puente
y la vida sería
más feliz,
que la muerte me
lleve,
que la muerte me
abrace,
un jueves 27 a
las 11:30
en un río,
donde los
árboles sean testigos
las piedras mis
últimas caricias
y el agua mi
despedida.
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