Por:
Ing. Jeaneth León Misnaza, Mgtr.
Directora
Administrativa
La devastación causada por los incendios forestales en el
Azuay, especialmente en áreas protegidas como el Parque Nacional Cajas, me ha
llenado de tristeza y desolación. De este hermoso paraje andino guardo
recuerdos inolvidables de aventuras juveniles vividas en este templo natural y compartidas
con entrañables amigos, en aquellos días, cuando la vía Molleturo-Naranjal aún
no estaba habilitada para el tráfico vehicular regular.
Recuerdo aquellos sábados que madrugábamos para tomar el único
bus que salía desde el parque San Sebastián antes de las cinco de la mañana. El
vehículo se iba llenando de personas, animales y cargas de alimentos, hasta
llegar al límite de su capacidad. Luego, al llegar al sitio previsto, comenzábamos
nuestra caminata, escalando las escarpadas laderas y empapándonos con la fría
lluvia que muchas veces caía sobre nuestros rostros en forma de agujas de hielo,
no faltaron las caídas en el lodo y los efectos del famoso soroche o mejor
conocido como “el mal de montaña”.
Pero la satisfacción de haber llegado a las lagunas como
Burines, Patococha, Turquesa, del Gallo Taitachug, Llaviuco y otras, así como
ascender hasta la cima del cerro de Cajuco, Yanaurco, del Ávila, el filo de Pampeadas
y tantos otros lugares paradisíacos, era inmensa. En horas de la tarde veíamos,
desde lo alto, al bus y bajamos a carreras y entre risas y cansancio lográbamos
abordar nuestra única oportunidad de regreso.
Hoy, al ver las imágenes que muestran la magnitud de la
catástrofe, se me escapa una lágrima. Tal vez, medito, no somos conscientes de
las secuelas que traerá esta devastación en el futuro, especialmente en la
producción de agua, la recuperación de especies endémicas, la pérdida de la
esponja vegetal y, finalmente, en los seres humanos que vivimos de los
productos ambientales de este paraíso bendecido por Dios.
La tarea de recuperar las esponjas naturales es fundamental
para todos, incluyendo a los gobiernos nacionales y locales, las comunidades y
nosotros mismos. Para garantizar la efectividad de las acciones, es necesario
considerar tres aspectos clave: la restauración con especies vegetales nativas,
la protección de las áreas de captación de agua en la zona de páramo y turberas
para evitar la erosión y la gestión sostenible del agua mediante la
implementación de prácticas de riego eficientes. No obstante, sin duda, la más
importante es la educación y la concientización de que el agua es un recurso
finito.
El Parque Nacional Cajas es un tesoro natural que debemos
proteger y preservar para las futuras generaciones. Es nuestra responsabilidad
asegurarnos de que siga siendo un lugar rebosante de belleza y rica diversidad natural.
La experiencia personal añade una profundidad significativa a este emocionante relato. La memoria de esos momentos y paisajes, resalta la importancia de proteger estos ecosistemas y el compromiso personal a salvaguardar. Mi abrazo querida Jeanecita
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