Por:
MSSB
Veíanse,
los morenos mofletes de una pequeña de tres años, estirados y maltratados por
un sinnúmero de ráfagas de gélido viento. Sus ojos lloraban, pero su voz no
alcanzaba a emitir sonido alguno, quizá el exceso de viento la ahogaba, quizá moriría
antes de llegar a las torrentosas aguas. Sobre la espalda de la pequeña, en
forma de equis, dos brazos femeninos la sostenían, la ceñían, la apretaban
fuerte. La mujer también lloraba, pero para nada se arrepintió de haber saltado
de aquel puente, en caída libre, abrazada a su tierna hija, pegada a su pecho,
cubierta por sus famélicas manos.
La fluidez de las palabras permiten vivir la escena. Estremecedora
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