Estudiante
Hace tres meses mi padre
murió, me sentí devastado, ya que él era todo para mí, mi madre me abandonó a los
3 años. Cuando mi padre murió, la casa se sintió vacía, sentía algo como que
esta casa no era la de mi padre. Una noche sentí una sed abrumadora que me obligó
a levantarme; cuando estaba bajando, escuché que alguien entró por la puerta
trasera, regresé a mi cuarto, de la mesa de noche saqué mi arma, la cargué y
bajé lentamente las gradas. En la cocina estaba un hombre vestido elegantemente,
con una gabardina roja color vino, un sombrero de pluma y lentes redondos de
marcos rojo. Me acerqué y con valor le dije:
-Tú, ¿quién eres y que
haces en mi casa?
Dandi: Muy buenas
noches, le pido mil disculpas por entrar así de repente sin tocar la puerta.
-¿Qué haces en mi casa?
Dandi: No importa por
qué estoy aquí. Mire, ¿sabe qué es esto?
-Una baraja.
Dandi: No, es tarot.
-¿Un tarot?
Dandi: Sí. Ya está el
café, siéntese. (Me di la vuelta y guardé
el arma). Bueno, ahora ya que
estamos sentados, empecemos: elija tres cartas.
-Hay cincuenta cartas, escojo
las tres que están juntas.
Dandi: Bueno, el resto
ya no nos sirve. Bien, la primera, el jinete calavera con su corcel blanco.
-¿Qué es?
Dandi: Muerte, la muerte
de su padre, el sufrimiento.
-¿Cómo sabes eso? No te
metas con mi padre.
Dandi: (riéndose) Lo conocí, era un buen
hombre, tiene mis respetos.
-¿Cómo lo conoces?
Dandi: No importa en
estos momentos.
¿Qué importa?
Dandi: Nada
-Ya me tienes harto, vienes
a mi casa como si fuera tuya.
Dandi: Por favor, pido
que se calme.
-Ni mierda, saluda a mi
amigo siete milímetros.
Dandi: JA-JA-JA-JA-JA.
Dandi luego de reírse
también sacó un arma. Nos quedamos viendo como en una película de vaqueros y me
dijo: No tienes el valor para disparar. Lo peor es que tenía razón. De la nada
sentí un frío en mi espalda que me heló la sangre, sentía que me estaba apuñalando
la espalda tanto que me vi obligado a arrodillarme, Dandi se acercó a mi oído y
me dijo es el inicio del fin, sacó dos monedas de su bolsillo y las puso en mi
mano, en un segundo escuché un boom una y otra vez.
Desperté en unas cuevas,
no sentía ni miedo, no sentía nada, me levanté y vi a lo lejos un puerto de
barcas, me acerqué y había una trompeta con forma de cuerno, sentí curiosidad y
soplé, ese sonido tocó las paredes y resonó, se escuchó por todas partes.
Lejos vi una sombra, no
sabía que era, más me acerqué, me di cuenta que era Caronte, el barquero. Recuerdo
que mi padre me habló de él, que es quien ayuda a las almas a pasar al otro
lado. Recordé las monedas y todavía las tenía, le pagué y me subí. Me llamó la
atención que tenía un cuerpo delgado y una barba larga. Después de un largo
rato apareció a lo lejos una luz blanca brillante que cada vez se hacía más
intensa que me obligaba a cerrar los ojos.
Aparecí en otro lugar,
era un lugar blanco, todo era de color blanco y apareció algo que no sé qué era,
tenía un tamaño impresionante, tenía unas órbitas, parecían mil. En esas
orbitas había un ojo y, en el centro, otro ojo gigante. Caronte me dijo que
estaba en el limbo y que iba a ser condenado, si merecía el cielo o el infierno.
En cuanto dijo eso sentí un dolor en la cabeza. Me dijo que tomó un veredicto:
Eres condenado al infierno.
De pronto aparecieron
unas manos negras que me empezaron a jalar hacia abajo. En cuanto llegué, vi unas
paredes inmensas y una puerta aún más inmensa, se abrió sola, dándome la
bienvenida. Entré, vi a Cerbero, el mítico perro de tres cabezas, era impresionante.
De la nada aparecieron unos ángeles, debían ser los ángeles caídos, pues tenían
aspecto humano, unas armaduras y unas alas grandiosas, eran enormes. Me dijeron
que yo fui condenado al infierno de la pena, a sufrir por la eternidad. Me
explicaron que este infierno está dividido en nueve partes, que estábamos en la
primera: el engaño y que mi lugar estaría en el quinto infierno. Mientras
caminábamos, vi a uno que cargaba una roca por una colina y cada vez que se acercaba
a la punta, la piedra se hacía más pesada, pregunté por qué estaba aquí, me
dijeron que intentó engañar a la muerte.
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