jueves, 15 de agosto de 2024

27/07/2026

Por: Jhonny Guamán

Estudiante


Hace tres meses mi padre murió, me sentí devastado, ya que él era todo para mí, mi madre me abandonó a los 3 años. Cuando mi padre murió, la casa se sintió vacía, sentía algo como que esta casa no era la de mi padre. Una noche sentí una sed abrumadora que me obligó a levantarme; cuando estaba bajando, escuché que alguien entró por la puerta trasera, regresé a mi cuarto, de la mesa de noche saqué mi arma, la cargué y bajé lentamente las gradas. En la cocina estaba un hombre vestido elegantemente, con una gabardina roja color vino, un sombrero de pluma y lentes redondos de marcos rojo. Me acerqué y con valor le dije:

-Tú, ¿quién eres y que haces en mi casa? 

Dandi: Muy buenas noches, le pido mil disculpas por entrar así de repente sin tocar la puerta. 

-¿Qué haces en mi casa? 

Dandi: No importa por qué estoy aquí. Mire, ¿sabe qué es esto? 

-Una baraja. 

Dandi: No, es tarot.

-¿Un tarot? 

Dandi: Sí. Ya está el café, siéntese. (Me di la vuelta y guardé el arma). Bueno, ahora ya que estamos sentados, empecemos: elija tres cartas. 

-Hay cincuenta cartas, escojo las tres que están juntas. 

Dandi: Bueno, el resto ya no nos sirve. Bien, la primera, el jinete calavera con su corcel blanco. 

-¿Qué es? 

Dandi: Muerte, la muerte de su padre, el sufrimiento. 

-¿Cómo sabes eso? No te metas con mi padre. 

Dandi: (riéndose) Lo conocí, era un buen hombre, tiene mis respetos. 

-¿Cómo lo conoces? 

Dandi: No importa en estos momentos. 

¿Qué importa? 

Dandi: Nada  

-Ya me tienes harto, vienes a mi casa como si fuera tuya. 

Dandi: Por favor, pido que se calme. 

-Ni mierda, saluda a mi amigo siete milímetros. 

Dandi: JA-JA-JA-JA-JA.

 

Dandi luego de reírse también sacó un arma. Nos quedamos viendo como en una película de vaqueros y me dijo: No tienes el valor para disparar. Lo peor es que tenía razón. De la nada sentí un frío en mi espalda que me heló la sangre, sentía que me estaba apuñalando la espalda tanto que me vi obligado a arrodillarme, Dandi se acercó a mi oído y me dijo es el inicio del fin, sacó dos monedas de su bolsillo y las puso en mi mano, en un segundo escuché un boom una y otra vez.

Desperté en unas cuevas, no sentía ni miedo, no sentía nada, me levanté y vi a lo lejos un puerto de barcas, me acerqué y había una trompeta con forma de cuerno, sentí curiosidad y soplé, ese sonido tocó las paredes y resonó, se escuchó por todas partes.

Lejos vi una sombra, no sabía que era, más me acerqué, me di cuenta que era Caronte, el barquero. Recuerdo que mi padre me habló de él, que es quien ayuda a las almas a pasar al otro lado. Recordé las monedas y todavía las tenía, le pagué y me subí. Me llamó la atención que tenía un cuerpo delgado y una barba larga. Después de un largo rato apareció a lo lejos una luz blanca brillante que cada vez se hacía más intensa que me obligaba a cerrar los ojos.

Aparecí en otro lugar, era un lugar blanco, todo era de color blanco y apareció algo que no sé qué era, tenía un tamaño impresionante, tenía unas órbitas, parecían mil. En esas orbitas había un ojo y, en el centro, otro ojo gigante. Caronte me dijo que estaba en el limbo y que iba a ser condenado, si merecía el cielo o el infierno. En cuanto dijo eso sentí un dolor en la cabeza. Me dijo que tomó un veredicto: Eres condenado al infierno.

De pronto aparecieron unas manos negras que me empezaron a jalar hacia abajo. En cuanto llegué, vi unas paredes inmensas y una puerta aún más inmensa, se abrió sola, dándome la bienvenida. Entré, vi a Cerbero, el mítico perro de tres cabezas, era impresionante. De la nada aparecieron unos ángeles, debían ser los ángeles caídos, pues tenían aspecto humano, unas armaduras y unas alas grandiosas, eran enormes. Me dijeron que yo fui condenado al infierno de la pena, a sufrir por la eternidad. Me explicaron que este infierno está dividido en nueve partes, que estábamos en la primera: el engaño y que mi lugar estaría en el quinto infierno. Mientras caminábamos, vi a uno que cargaba una roca por una colina y cada vez que se acercaba a la punta, la piedra se hacía más pesada, pregunté por qué estaba aquí, me dijeron que intentó engañar a la muerte.    

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