Por: Amanda Ochoa, Rosa Pasato, Amelia Narváez, Sheyla Camposano y
Salomé Cordovilla.
Estudiante, 1ro BGU
La prostitución, entendida como el intercambio de servicios sexuales por dinero u otros beneficios, es un tema complejo y controversial que genera debate en diversos sectores de la sociedad. A lo largo de la historia, ha sido objeto de diferentes enfoques, desde la aceptación social hasta la criminalización y la estigmatización.
El
marco legal en torno a la prostitución varía considerablemente entre países.
Algunos la prohíben completamente, mientras que otros la regulan o incluso la
legalizan. En algunos casos, se distingue entre la prostitución callejera y la
que se realiza en lugares cerrados, como burdeles o clubs de alterne.
En Cuenca la prostitución callejera no se ha podido controlar, ya que cada vez son más trabajadoras sexuales que toman la avenida Huayna Cápac, sector Chola cuencana, y con ellos ha incrementado los niveles de inseguridad.
La
prostitución existe no solo porque existe pobreza o porque existen
estratificaciones socioeconómicas, la prostitución existe porque las asimetrías
también se dan entre los géneros y en la base de estas asimetrías está la
construcción social del cuerpo femenino como objeto, objeto-reproductor y
objeto placer, la sexualidad se ha convertido para muchas mujeres en un
capital, a veces en su única posesión para negociar. Los intercambios
económico-sexuales, como una estrategia usada por las mujeres para obtener
recursos para su sobrevivencia y seguridad.
La
denominación de dama de compañía está más relacionada con la transgresión de
las mujeres de los códigos discriminatorios de género que con la actividad que
efectivamente realizan, en la medida que las definiciones de puta o prostituta
tienen una función normativa, son en realidad definiciones políticas.
Para
la mayoría de las mujeres en la prostitución, el rechazo social más fuerte, va
hacia aquellas con mayores necesidades económicas, más aún si a su condición de
pobreza se agregan otros elementos tales como pertenecer a alguna minoría
étnica, tener piel oscura, o ser inmigrante.
Otros
hombres relacionados con la prostitución son los proxenetas o “chulos”, cuya
existencia generalmente es rechazada no solo por ejercer un control normalmente
violento sobre las mujeres, sino también porque rompen con uno de los
estereotipos de la masculinidad dominante: la idea del hombre proveedor, pues
en esta relación él es mantenido por una mujer.
En
la ciudad de Cuenca la construcción del estigma de la dama de compañía son
producto de prejuicios clasistas y regionalistas por la tradicional rivalidad
entre la región costa y la sierra del país. Por su parte, las mujeres cuencanas
tratan de alejarse con su conducta, vestimenta y performatividad de las damas
de compañía por temor a la confusión y la consecuente desvalorización social.
Las
injurias juegan un papel fundamental porque a través de ellas se le hace saber
a una persona que no es normal. Las injurias “Son agresiones verbales que dejan
huella en la conciencia. Son traumatismos más o menos violentos que se
experimentan en el instante, pero que se inscriben en la memoria y en el
cuerpo”
Las
palabras para referirse a las mujeres, nombrarlas y denominarlas son adjetivos
calificativos, produce en ellas un efecto inmediato de vergüenza, dolor, rabia
y un efecto a mediano plazo de auto desvalorización.
Por otro lado, la asociación prostitución-delincuencia hace que se culpe a la sola presencia de las damas de compañía de los actos ilícitos que ocurren en los espacios urbanos por donde ellas transitan; este es, en el caso de la ciudad de Cuenca, el argumento más fuerte de la ciudadanía, medios de comunicación y policía para intentar desalojar a las mujeres de los espacios públicos o de las viviendas donde habitan, así como solicitar el traslado de los locales dedicados al ejercicio de la prostitución como a las mujeres que transitan por espacios como el terminal terrestre o los mercados, lo expresaron así:
-
¿Por qué les piden que se retiren del lugar?
- Porque llegan turistas, turistas extranjeros y lo primero que nos ven es a nosotras, entonces ¡tan feo!, dicen, pero verá que nosotras no estamos vestidas deshonestamente, estamos vestidas honestamente (“Vanessa”, 30 años, comunicación personal, 15 de enero de 2005).
-
¿Por qué entraste a este trabajo?
-Por la necesidad no hay trabajo en ningún lado y tengo dos niños que alimentar (“Yamileth”, 43 años, comunicación personal, 02 de abril de 2024).
En
la ciudad existen también sectorizaciones que evidencian jerarquías en la
distribución y uso del espacio en el sentido que las mujeres mayores y “menos
atractivas” están en los mercados, en la zona del Terminal Terrestre y el
Aeropuerto, lugares transitados por viajeros y turistas, su presencia en la
calle se debe a que son mujeres que buscan mayor autonomía. Un alto porcentaje
de ellas mantiene relaciones con “chulos” lo cual es otra explicación del
porqué de su presencia en las calles (en algunos prostíbulos de Cuenca no están
permitidos los “chulos”).
Si bien la mayoría de las mujeres no han contado a sus familiares sobre su trabajo, hay otras que sí lo han hecho o cuyas familias se enteraron por diferentes medios, en este caso las mujeres se ven sujetas a un sinnúmero de reproches, discursos desvalorizadores y acciones que las hieren:
Lo que mi mamá más decía era que nunca en su familia había habido nada de eso; me dijo: ¿aquí cuándo tú has visto algún caso inmoral?... aquí todas así vivan como vivan, así no tengan que comer, no están en pendejadas (“Fernanda”, 22 años, comunicación personal, 12 de febrero de 2005).
Un hermano no me habló como dos años, me dijo que yo había muerto para él (“Rosa”, 46 años, comunicación personal, 11 de octubre de 2004).
Cuando las mujeres que ejercen la prostitución son indagadas en relación a su cuerpo, las respuestas son complejas, un condicionante para ello es la edad. Así, las más jóvenes en edad y trayectoria mostraron una mayor interiorización del estigma social en relación a su cuerpo:
A veces, cuando me estoy bañando, tengo que bañarme bien, tengo que enjabonarme bien para... como que estuviera más sucio (“Jennifer”, 18 años, comunicación personal, 14 de abril de 2005).
¡Dios mío!... lo que estoy haciendo por plata, la mayoría de veces me siento sucia, mi cuerpo me lo están gastando de tanta cogedera, de tanto manoseo (“Estefany”, 19 años, comunicación personal, 5 de noviembre de 2004).
Esa plata era sucia porque tocaban mi cuerpo (“Wendy”, 18 años, comunicación personal, 17 de enero de 2005).
En los testimonios también se evidencia que en esta actividad entran mucho en juego los sentidos: visual, táctil, auditivo, olfativo de tal suerte que el olor del hombre y la huella que deja en los cuerpos de las mujeres es una de las sensaciones que más incómoda (según algunas es lo peor de la prostitución):
Él se va... y después tú estás que te echas alcohol... te sientes mal porque tú te sientes como si tú apestas a él, como que te dejó el olor... te coge asco, te coge no sé qué, tú comienzas a limpiarte (“Fernanda”, 22 años, comunicación personal, 12 de febrero de 2005)
Si
bien las mujeres han desarrollado la capacidad de separar el cuerpo de la afectividad
en el ejercicio de la prostitución, este cuerpo no deja de estar atravesado por
su subjetividad. Por tanto, el grado de afectación que la prostitución les
genera, dependerá de la experiencia y de lo que las mujeres se permitan o no
vivir.
Debido a que el lenguaje, los espacios y el control social sobre los cuerpos van configurando la identidad de la dama de compañía, ellas desarrollaron diversos mecanismos para intentar ser aceptadas y para protegerse a sí mismas y sus afectos dependiendo del estigma y del tipo de relación social que se establezca. La primera forma de protegerse (encubrirse) es manteniendo en secreto la vida privada, esta es la razón por la que ellas evitan que su familia y núcleo social se entere de su actividad, ocultan su identidad, se vuelven seres migrantes y clandestinos y generan una “doble vida”.
La gente le pregunta a mi mamá: ¿qué pasa haciendo su hija? -Ahí pasa trabajando en una casa... Cuando voy me dice: cuidado mija que te vea alguien que vaya a decirle a tu papá... porque ella tiene miedo de mi papá (“Fernanda”, 22 años, comunicación personal, 12 de febrero de 2005).
Sin
embargo, la posibilidad de ser descubiertas genera en ellas un estado de
ansiedad permanente, ya que siempre serán seres “desacreditables”.
Las
damas de compañía deben ocultarse y ser visibles a la vez, es decir, deben
procurar que sus potenciales clientes las miren (sobre todo las que se ubican
en espacios públicos) e intentar pasar desapercibidas frente al resto de
personas.
La
dama de compañía no solo marca y castiga a las mujeres que ejercen esta
actividad, sino que tiene el poder de convertirse en una amenaza para todas
aquellas que rompen con los parámetros de conducta esperados en materia sexual.
Las
mujeres que ejercen la prostitución son la expresión de un conjunto de
limitaciones y exclusiones que el sistema capitalista-patriarcal impone a las
mujeres, el cual, a la par que ha objetivizado sus cuerpos como un espacio para
el placer masculino factible de ser poseído y comercializado, le ha negado el
acceso a la educación, al empleo y a un sinnúmero de derechos. Des-estigmatizar
a las mujeres en la prostitución se vuelve entonces un ejercicio de resistencia
al poder y, por lo tanto, una acción política indispensable.
Queridas jóvenes han abordado un Tema delicado, es tarea de todos luchar por la dignidad de las mujeres en contra de quienes creen y trabajan por la explotación sexual
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